“La salud mental no tiene que ver solamente con el bienestar físico, sino que tiene que ver con el bienestar emocional, afectivo, con cómo estamos con nosotros mismos y con los que nos rodean”. Así lo expresó Manuel Vilapriño, director de Salud Mental y Consumos Problemáticos de la Provincia.
Salud mental fue el tema convocante de una nueva charla organizada por el Comité Provincia y la JR, esta vez, en Luján.
Hasta la sede departamental del radicalismo, que preside Leo Gómez, llegaron militantes, vecinos, y concejales del Gran Mendoza, además de las autoridades partidarias, Andrés Lombardi y Florencia Lima, y Cecilia Páez, directora de Educación Privada del Gobierno de Mendoza, entre otros, quienes escucharon la exposición de Manuel Vilapriño, especialista en la temática.
Andrés Lombardi, presidente de la UCR Mendoza, abrió el encuentro señalando que se trata de una “problemática que está muy presente, especialmente en la juventud”, por lo que resulta fundamental contar con información sobre qué políticas públicas se están desarrollando al respecto, “cuál es el cuadro de la situación de la provincia, porque es un tema que estamos viendo de manera muy recurrente”.
Tras resaltar la importancia de hablar sobre salud mental, dijo que “efectivamente el Gobierno lo ha tomado con seriedad y está llevando adelante políticas públicas” para abordarlo, de allí este “espacio de debate, de reflexión, de discusión y de conocimiento”, para que todos conozcan de primera mano en qué se está trabajando.
El poder de la palabra
“Lo que uno hace para poder llegar a entender que es necesario medicar o que es necesario seguir medicando o no, es escuchar y hablar. En lo nuestro, en todo lo que es lo mental, no existen marcadores biológicos, no hay ningún estudio, ninguna imagen, ningún análisis de laboratorio que nos pueda decir realmente lo que está pasando. Lo que está pasando solamente lo podemos diagnosticar, entender, comprender, a partir de la escucha, de lo que vemos y de lo que hablamos en el estudio”. Así inició la charla Vilapriño, quien advirtió que la salud mental “no tiene que ver solamente con el bienestar físico, sino que tiene que ver con el bienestar emocional, con el bienestar afectivo, con cómo estamos con nosotros mismos y con los que nos rodean”.
El médico psiquiatra, hizo hincapié en la palabra, “el poder hablar, el poder expresarse, el querer expresarse y el poder poner en palabras lo que quiero expresar. Eso no solamente en un consultorio, en la vida misma. Estamos en una sociedad que en vez de usar la palabra, el contacto, y la cercanía afectiva, expresa todo a través de las redes. El individualismo es lo que prima y todo esto en cierta manera, influye en algo para que las tasas de depresión no paren de crecer, las tasas de trastornos de ansiedad tampoco, ni tampoco lo hacen los trastornos adictivos, de conducta alimentaria. Toda una serie de cuadros que dependen de un fenómeno que se llama epigenética”.
Vilapriño, explicó que lo que es normal o no, en cierta forma es relativo en esta materia. En medicina, lo “normal” radica en que “cuando el funcionamiento sea armónico, adecuado, hay un equilibrio”, y lo contrario, “cuando hay alguna alteración que da lugar a síntomas, a manifestaciones”. En ese sentido, dijo que “nosotros tenemos un problema en eso porque no tenemos marcadores biológicos” que lo determinen.
Qué es lo “normal”
El funcionario, señaló que si se guiaran por el criterio normativo que dice qué es perfecto y qué no, “seguramente una parte importantísima de la sociedad no va a ser normal, por lo tanto no es el criterio que nos rige”. Algo similar ocurre con el estadístico porque “va a haber gente que está dentro de lo que se considera normalidad y sin embargo, en otros aspectos no funciona normalmente”. Sobre este punto, afirmó que “nosotros construimos la normalidad, la construimos a partir de los diferentes indicadores cuando alguien nos dice, por ejemplo, si es normal la angustia. Es absolutamente normal”, como también lo es la ansiedad, la tristeza, “porque son fenómenos adaptativos”.
De allí que uno de los criterios de la normalidad sea “el poder adaptarme al medio, el poder crecer y desarrollarme en un contexto saludable con una relación adecuada con lo que me rodea. Para eso, la angustia normal sirve, la ansiedad normal sirve y la tristeza normal sirve. Dejan de ser normales cuando en vez de permitirnos adaptarnos y solucionar aquello que nos genera la angustia, la ansiedad, la tristeza, termina siendo desadaptativo. Es decir, no nos deja vivir tranquilos”.
En relación al suicidio, sostuvo que “nunca es normal. Porque la esencia del sujeto es la vida. Temporalmente el sujeto está expuesto a la vida. El atentar contra el propio cuerpo, que es lo más sagrado que puede tener una persona, implica una serie de procesos en el tiempo que llevan a la decisión de que es mejor hacerse daño. La normalidad es no poder enfrentar la vida”. Sin embargo, “el suicidio nunca es normal. La gran mayoría de los suicidios se deben a enfermedades transformatorias de diferentes tipos, incluyendo las adicciones”.
“La persona con angustia insoportable siente una estrechez tan grande que estrecha también la capacidad de poder pensar que hay algo diferente”, destacó, a lo que sumó que “el suicidio es el máximo exponente, lamentablemente. Pero en el medio está repleto de conductas que tienen un riesgo muy alto”, por eso es importante hablar, el sentirse escuchado.
El sujeto no es un psiquismo por separado, ni una biología por separado. Es todo
“Este tipo de problemas afectan al sistema nervioso central y al psiquismo, al cual nosotros, toda la sociedad, considera que debemos regularlo y que siempre debemos controlarlo. Eso es absolutamente ilógico e irreal”, subrayó.
Lo que se busca, dijo, es precisamente “que nos animemos a hablar así como hablamos de que tenemos una gastritis o una neumonía. De a poco va siendo el momento de que nos animemos a decir sí, tuve un problema de ansiedad. Eso no puede ser una marca”. Nadie es “normal y simple” siempre y no hay que tener “miedo” a decirlo.
Cerca del 20% de la población argentina tiene cuadros de depresión
La depresión es “una enfermedad metabólica con un impacto biológico muy claro más allá de los componentes psicológicos, sociales y ambientales”, indicó, y afirmó que “el 20% de la población argentina tiene cuadro de depresión. Eso está absolutamente medido a través de estudios previos que se hicieron en el 2017 y estudios de 2021”.
Los cuadros de depresión pre y post-pandemia “duplicaron”, y los de trastorno de ansiedad, que es otro cuadro frecuente “que empieza entre los 12 a 20 años”, se triplicaron y están en la Argentina cerca del 40%.
Vilapriño, hizo hincapié en que el “estigma” ha hecho un “enorme daño a que no nos demos cuenta de que este tipo de cosas pueden pasar y que podamos pedir ayuda”, por lo que resaltó la importancia de decir lo que nos pasa.
Asimismo, expuso que la gran mayoría de este tipo de enfermedades tienen buen pronóstico, pero que el problema es que a veces “no se detectan, porque la persona tiene miedo de decir lo que le pasa” y porque en el campo profesional de quienes no son específicos de salud mental, “no existe muchas veces la formación para poder entender que éstos realmente son problemas que si no los tratamos, sí se transforman en cuadros tremendamente graves”.
En ese sentido, explicó que están “capacitando a los médicos de familia porque deben saber. No para que mediquen, sino para estar atentos a la primera escucha”.
Gestión
“Que un gobernador haya hablado en los discursos más importantes, de salud mental, y que tengamos una vicegobernadora y un ministro que permanentemente lo están haciendo, y la Subsecretaría, poniendo sobre la mesa el tema y buscando avances, yo no lo he visto nunca. Y creo que es una oportunidad enorme”, resaltó.
Añadió al respecto que desde la provincia, “a partir de la visibilización enorme que se está teniendo y que se está llevando adelante de lo que es la salud mental y las problemáticas en salud mental, se trabaja en diferentes programas que hacen a la prevención, a la capacitación y por supuesto a la asistencia, con 25 efectores propios de la Dirección de Salud Mental, desde los centros que trabajan en Infanto-Juvenil, en la prevención de las adicciones, y los centros específicos de atención e internación en salud mental, además de todos los dispositivos de salud mental que existen a lo largo de los distintos hospitales de la provincia”.
También indicó que se trabaja de manera tal de articular prevención, capacitación e intervención “Lo que hicimos fue crear un paraguas que permita un abordaje de una manera más armónica en todos los departamentos de la provincia”, bajo “una misma mirada y un mismo lineamiento”, completó.

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