Opinión del presidente del Comité Nacional de la Unión Cívica Radical y diputado provincial, Alfredo Cornejo, para diario La Nación.
Crecer de forma sostenida es lo único que permitirá que la población argentina que se encuentra en la pobreza, casi la mitad, pueda salir de ella. Para eso el país necesita una macroeconomía sana e instituciones sólidas. Todo lo contrario al menú que ofrece el Presidente. La suspensión de las exportaciones de carne, la reforma del Ministerio Público y el proyecto de ley de delegación por la pandemia son un buen resumen de los problemas del Gobierno: la visión económica es errática, la institucional es nefasta.
Uno de los consensos que podían apreciarse en la campaña electoral de 2019 fue que había que exportar más. El Presidente acaba de romperlo al ordenar la suspensión de las exportaciones de carne, medida que acarrea severos problemas. El primero es que no sirve para el fin que el Gobierno especula conseguir. Mientras menos oferta de carne haya, los precios subirán indefectiblemente en el mediano plazo, aunque se mantengan antes de las elecciones. El segundo es que los productores argentinos perderán mercados conseguidos con mucho esfuerzo. El Gobierno debería saber que exportar no es sencillo; lleva años conquistar mercados. Al suspender las exportaciones falta el respeto al sector ganadero argentino de una forma inaudita.
En tercer lugar, el país pierde una fuente genuina de crecimiento y empleo. El kirchnerismo, no contento con haber afectado seriamente a la industria ganadera durante sus primeros 12 años, busca hacerlo de nuevo.
La ley del Ministerio Público muestra la otra cara del Gobierno: su falta de respeto por las instituciones. La Constitución de 1994 establece que el Ministerio Público es independiente y tiene autonomía funcional. La dificultad en su elección y remoción es parte crucial de esa independencia. Se busca, precisamente, que no quede a tiro de una mayoría política circunstancial, sino que para su elección y remoción se deba llegar a consensos. Si el Gobierno consigue la modificación, habilitará un Ministerio Público partidizado, que encubrirá a los propios y perseguirá a los ajenos. La receta del Gobierno no es nueva; es la que experimenta en Santa Cruz desde hace 30 años.
El desprecio por las instituciones se ve, también, en la ley de delegación de la pandemia. Después de un año de desaciertos criminales, vacunatorio a militantes y un aumento de la pobreza sin precedente, el Presidente sigue sin entender que la Argentina es un país federal y que no puede romper con esas autonomías. Economía e instituciones son dos fundamentos del crecimiento. Tener una macroeconomía sana y pujante es vital para que la Argentina rompa con el estancamiento en que se encuentra. Para eso es necesario incentivar las exportaciones. Desalentarlas, como hace el Gobierno, solo genera pobreza. Pensar que con la maquinita de la emisión puede poner plata en el bolsillo y sustituir la productividad y el trabajo solo cabe en una cabeza ignorante.
Contar con instituciones previsibles es clave, también, para crecer. Una Justicia independiente, un Ministerio Público autónomo, una administración pública no partidaria, un federalismo real son elementos sin los cuales el país no saldrá de su postración. El kirchnerismo, sin embargo, en vez de ver cómo se sale del pozo, se empeña en cavar más profundo. Delega tareas básicas del Estado en La Cámpora, ahoga a los gobiernos provinciales, presiona a los tribunales independientes. No puede ofrecer futuro alguno porque sus ideas no funcionan.
Después de casi un año y medio de pandemia, con un aumento feroz de la pobreza, con la inseguridad en alza y una inflación galopante, es necesario cambiar. Debemos orientar al país hacia el crecimiento. Para eso no hay atajos, el camino es complejo, pero hay que recorrerlo. De lo contrario, solo nos espera más frustración.